La playa en invierno. Ver 5 películas seguidas un sábado por la noche al llegar a casa. Andar sola por la calle mientras escucho música. Las fiestas. Ver mis series preferidas y estar en el Tuenti. Tener miedos. Actuar por impulsos, aunque raras veces lo haga. Reír. Estar con mis amigas de verdad. Ser yo misma. Sentir el sol en la piel. Viajar. Escuchar música a todo volúmen. Hablar sola con la tele. Los niños pequeños; pero de lejos. Los perros, pero también muy de lejos. Y los chicos guapos, de cerca. El verano. Sonreír. Llorar mucho tiempo sin parar hasta olvidarme de porqué lloraba. El sentimiento que se tiene después de llorar. El olor a palomitas. El pan caliente. Un campo lleno de flores. Ir de compras. Las grandes ciudades. Leer revistas. Escuchar el silencio. Comer helados. Tomar el sol. Ir a la piscina. Los vestidos, las gafas de sol, y las sandalias. Dormir. Motivarme cantando y bailando. Discutir y tener la razón. Salir por ahí. Ser feliz y ser yo misma. No tener prejuicios, ni ser hipócrita. Pero sobretodo, soñar a cada hora del día.
Durante la adolescencia abusamos de lo imposible, del nunca, del siempre, del fracaso, del éxito y de lo eterno. Y es que cuando somos jóvenes es cuando se vive intensamente. Cuando un día puedes contra todo y nada te parece imposible, y otro puede que dudes de hasta tu nombre. Es cuando crees que el siempre existe y el nunca también. Es cuando más errores cometes pero cuando más aprendes. Puede que nos pasemos de superficiales, pero al menos nosotros sabemos lo que es vivir, sabemos coger un momento y hacerlo inolvidable, sabemos vivir nuestra vida como si cada instante fuera el último pero al mismo tiempo fuéramos a vivir para siempre. Porque por mucho que digan, hacerse adulto solo sirve para aparentar, para hacernos más cobardes y para querer complicarlo todo.La vida es solo para ser feliz, que solo hay una que aun por encima se nos hace corta a todos. Que hay que vivir, disfrutar, cambiar lo que no nos gusta por lo que si sin reparar en apariencias, sin complicarse, sin temer al cambio. Porque dicen que de esta vida no nos llevamos nada cuando morimos, pero no quiero pasar mis últimos momentos arrepintiéndome de mis decisiones ni de como he vivido mi vida.
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