Durante la adolescencia abusamos de lo imposible, del nunca, del siempre, del fracaso, del éxito y de lo eterno. Y es que cuando somos jóvenes es cuando se vive intensamente. Cuando un día puedes contra todo y nada te parece imposible, y otro puede que dudes de hasta tu nombre. Es cuando crees que el siempre existe y el nunca también. Es cuando más errores cometes pero cuando más aprendes. Puede que nos pasemos de superficiales, pero al menos nosotros sabemos lo que es vivir, sabemos coger un momento y hacerlo inolvidable, sabemos vivir nuestra vida como si cada instante fuera el último pero al mismo tiempo fuéramos a vivir para siempre. Porque por mucho que digan, hacerse adulto solo sirve para aparentar, para hacernos más cobardes y para querer complicarlo todo.La vida es solo para ser feliz, que solo hay una que aun por encima se nos hace corta a todos. Que hay que vivir, disfrutar, cambiar lo que no nos gusta por lo que si sin reparar en apariencias, sin complicarse, sin temer al cambio. Porque dicen que de esta vida no nos llevamos nada cuando morimos, pero no quiero pasar mis últimos momentos arrepintiéndome de mis decisiones ni de como he vivido mi vida.

8 de abril de 2012

Uno no decide cuando se enamora....

Alguien puede tener en su mente cómo sería su pareja ideal, sus cualidades, actitudes, aficiones... Pero una cosa es lo que se piensa, razona y desea, y otra muy distinta aquello que rige los sentimientos, aquello que algunos llaman química, atracción, feeling, destino o, incluso, amor.Uno calcula cómo debería ser, qué cosas aceptaría y qué cosas no, a qué sitios irían, de qué hablarían, cómo hablarían... pero a la hora de la verdad te encuentras que la razón ha sido llevada a un segundo plano por ese sentimiento sin nombre ni forma, al que le han denominado de multitud de maneras.Pones todo de tu parte para tener las cosas claras, llevas todo tu empeño en hacer valer tus ideas y valores, luchas por no convertirte en el prototipo y por no cumplir con los tópicos y un día, de repente, miras a quien tienes al lado y resulta ser todo lo contrario a lo que deseaste, nada que ver con lo que pediste, ni por asomo similar a lo que pudiste imaginar. Y aguantas cosas que no debieras, tratas con asuntos de los que siempre te mantuviste alejada, pegas la patada a la razón mientras dejas paso a la esperanza que viene agarrada del engaño, y cuya sombra cobra la forma del dolor. Pero esta vez dejare a un lado las metáforas e intentaré ser clara. Siempre deseamos un ideal, y ese ideal puede resultar más o menos bueno pero es nuestro ideal, un ideal de perfección. Lo que deseas para tu felicidad. Más alto, más bajo, más rubio, más moreno, más guapo, más extrovertido, más callado, más gracioso, más amable, más romántico, más independiente, más cariñoso, más rico, más galán, más pasional, más deportista, más fiestero... más, más y más... Y al girar sobre tu almohada te encuentras con una persona menos alta, menos rubia, menos morena, menos guapa, menos extrovertida, menos graciosa, menos amable, menos romántica, menos independiente, menos cariñosa, menos rica, menos pasional, menos deportista, menos fiestera... menos y menos pero que cuándo despierta, te mira, sonríe y te hace olvidar, aunque sólo sea por un momento, esa imagen fría de perfección que te hace recordar que vale más un abrazo sincero, una palabra amable, unas risas incontrolables, unos silencios llenos de palabras, una fiesta única o en definitiva, unos pequeños o grandes momentos inolvidables que, aunque sólo fuera por un instante, valieron la pena.Porque uno no elige de quien, cómo y cuándo se enamora pero sí sabe el por qué.Porque uno no elige cuándo olvidarla pero sí sabe cuándo debe empezar.Y finalmente, porque uno no elige cuándo siente pero sí sabe cuándo se engaña.